EL ALMA, fragmento del libro: «DOS MARES»

Tomó su mano. Flácida y carente de respuestas, lo que no impidió que sus almas se conectaran. Era tanto el cariño y complicidad tejida durante años, que no hacían falta palabras.

Las pupilas fijas, pero no carentes de paz, reflejaban una aceptación total del nuevo rumbo que tomaba.

Lo difícil era para él, que se quedaría con espacios vacíos, agendas huecas y noticias que no podrían compartir de primera mano. ¿Cómo podría en adelante llenar nuevos espacios y construir andamios que reflejaran su mundo?

Le miró amorosamente, con ojos llenos de nostalgia anticipada. Le habló despacio, como a él le gustaba, mientras tejía un nudo con sus manos.

Sonrió. Los buenos recuerdos son mejores que los peores augurios. Siempre quedaba la posibilidad de conversar a la distancia, de quererse sin pichicaterías ni recato.

Sintió como su mano se tensaba, y después un pequeño tirón, apenas suficiente para decirse adiós.

Edvard Munch – Vampire (1895)

Óleo sobre tela

Altura: 91 cm; ancho: 109 cm

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