LAVADEROS, fragmento del libro: “TAXCO, Los orfebres de la luna”

Los lavaderos con el único lugar para bordar sueños, soltar penas y dejar escapar las risas.

En los barrios hay piletas para tallar trapos propios y ajenos, y lo hacemos en compañía de otras mujeres que con ese oficio mantienen a su familia. 

Sin importar que quedan lejos, preferimos los del barrio de Guadalupe, donde mi mamá me enseñó a sacar la mugre. Es tan grande que si supiera nadar podría meterme en él y sobraría espacio. Hay otros con forma de pilas de agua y en esos se talla de pie. Eso sí, hay que llegar temprano para evitar que el sol nos cocine la cabeza con todo y el rebozo enredado. 

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