¿Y llegaron los sueños?
Todos, incluyendo las pesadillas.
Y desperté sabiendo que no era feliz y que eran ya varios años y que, como dice una amiga, soy un diamante bruto en la inteligencia emocional, pero no por ello amerito esa esclavitud de por vida.
De ser el caso, me hubiera quedado en el anonimato de una relación fría y carente de arcoíris.